Fanfic XIII: Epílogo

Ahora sí, la saga está completa y finiquitada. Mis disculpas por las caramelosidades que puedan salir, diabéticos abstenerse de leer. Pero era algo que tenía pendiente y... bueno, ya hablaremos luego.

Fanfic XIII: Epílogo

Tres meses habían pasado y al fin el Averno volvía a mostrar su esplendor de antaño. La destrucción provocada por la invasión ántrica era ya cosa del pasado y los avernos podían disfrutar de nuevo de su cálido reino en paz.

La reconstrucción nunca habría sido tan rápida ni efectiva sin un poco de ayuda. Muchos miembros del Antro colaboraron en reparar lo que en la guerra habían destruido e incluso la propia Diosa aportó parte de su magia para fertilizar la negra tierra, convirtiéndola en campos verdes, y restaurar refugios. Ethmir, el Hechicero, había logrado curar a Kadmea y la valiente vampiresa se despidió del Antro (y de Astarot) con melancolía para regresar a su hogar.

Las demonias, Selene y Sorcier, tampoco abandonaron el Averno a su suerte esta vez. La Artista de los Infiernos creó nuevas defensas y unas murallas más fuertes que protegerían el reino en futuras invasiones trolls (eso sí, sin dejar de gruñir y maldecir por lo bajo). Sorcier, cuyo carácter era mucho más animado que el de su infernal Maestra, empleó su magia en reforzar las armas de los avernos, pues era bien conocida en los infiernos por su talento en crear espadas indestructibles. Su mejor creación, una espada real construida a base de helo y fuego, fue entregada al Mesías para sus futuros enfrentamientos con los trolls. Por su parte, Harxter invitó a ambas demonias a frecuentar su reino cuando gustaran, lo mismo que lo ántricos que participaron en su reconstrucción.

Las hermanas Lyreah y Kassandra, viendo que su hogar ya no corría peligro, decidieron partir en busca de nuevas aventuras, prometiendo regresar en menos de un año. Sus rangos de general fueron adoptados por Dark Hunter y Kadmea, cuyo valor había sido probado durante la última batalla.

El Sith no dejó de frecuentar su cueva dorada, siempre esperando a que su amada apareciera. Harxter lo sabía pero lo guardaba en u reverente silencio. También él había quedado prendado de una ántrica, aquella que le había traicionado y a la que, a pesar de todo, no podía sacar de su mente. Claro que Ariadna era una mujer humana y su romance con ella no era imposible como el de su más fiel amigo.

Pero Hunter era perseverante y no perdía la esperanza, aún sabiendo bien que lo más probable sería que Ella nunca apareciera. La había visto junto al Hechicero y no había aprendido a usar sus sentidos para nada. Ella le amaba, aunque existía algo extraño y turbulento en esa relación. Y a ello de aferraba con el paso de cada nuevo día.

La noche de luna llena del tercer mes, ocurrió. Los pasos ligeros, elegantes, resonaron sobre el suelo de pierda y alertaron al Sith.

- Has tardado.

- No pensaba venir.

- Lo sé.

Esfinge paseó lentamente por la hermosa cueva, deteniéndose frente al último mural de la larga pared. Aquél que representaba lo único que nunca llegó a acontecer. Suspiró y se volvió para mirar al Sith a los ojos. Los suyos, verdes, mostraban un tristeza extraña.

- Sabrás también, entonces, que lo que deseas es imposible.

- No pretendo convertirme en tu compañero –respondió Hunter con calma-. Sólo te pido una noche.

Se había acercado mientras hablaba y una leve sonrisa apareció en el hermoso rostro de Esfinge, al tiempo que su larga capa plateada caía al suelo.

- - -

El Antro, siguiendo sus tradiciones milenarias, se preparaba para la Fiesta de la Hoguera, como todas las noches de luna llena. Black Rose, Líder de la Horda Inquisitorial, ataviada de negro para la ocasión, había traído a la Mary Sue que ardería en llamas esa noche. El Antro al completo presenciaba la ceremonia y la Líder había formado un círculo con todos los Inquisidores de su Horda. Todos, menos Ethmir, a quién no se le había visto en todo el día.

El Hechicero permanecía en una de las torres de guardia, su mirada perdida en el cielo y la mente muy lejos de aquel lugar. No se movió hasta la madrugada, cuando las puertas del Imperio se abrieron silenciosamente para dar paso a la Diosa. Sólo entonces bajó de la torre, su espada al cinto y la capa de viaje sobre sus hombros.

Esfinge se detuvo nada más sentir su presencia. No se dio la vuelta. No hacía falta.

- ¿Ya te marchas? –preguntó con voz helada.

- Mi misión ha terminado.

- Por supuesto –rió ella con desprecio y amargura-. Que tengas un buen viaje, entonces.

Continuó caminando hacia sus aposentos reales pero un brazo la detuvo bruscamente, obligándola a girarse.

- ¿Has estado con él?

El tono del Hechicero sonaba oscuro, peligroso, y habría intimidado a cualquier, pero a ella no. Además, resultaba un pregunta innecesaria. El largo cabello rubio despeinado, el rubor de su rostro… tantos indicios no podían pasar desapercibidos.

- Suéltame –ordenó la Diosa con voz fría y dura-. Eso no es asunto tuyo.

La orden fue obedecida casi con violencia.

- Tienes razón. Yo no pinto nada aquí.

- Por eso te vas.

- Sí -afirmó él, dándose la vuelta.

- Como el cobarde que siempre fuiste.

Ethmir frunció el ceño y se giró para enfrentar la afrenta.

- ¿Cobarde? –siseó furioso-. ¡Vine aquí por ti! Pero te empeñas en humillarme, en verte con otros ante mis narices… ¿qué se supone que debo hacer? ¿Suplicar?

- Podrías intentarlo –espetó ella despectivamente mientras se arreglaba el pelo-. Si no recuerdo mal, fuiste tú quién se marchó.

- ¡Y te he pedido disculpas un millón de veces! Pero para ti nada es suficiente.

Por un momento, el tiempo se detuvo. Sus miradas se cruzaron, ambas echando chispas, verde contra negro, una batalla que haría arder ciudades enteras. Finalmente, Ethmir sacudió la cabeza y se encamino a la salida. Tampoco él llegó muy lejos. Con la fuerza de un huracán fue detenido y acorralado contra la pared más próxima. La Diosa desprendía un brillo dorado y sus manos habían inmovilizado los brazos del Hechicero, dejándolo desprotegido y a su merced.

- Te odio –susurró ella, mas no permitió réplica porque sus labios de apoderaron de la boca de Ethmir en un acto posesivo y ferviente.

Cuando al fin le permitió recuperar el aliento, el Hechicero sonrió.

- No es verdad.

- Quisiera odiarte –enmendó ella, furiosa consigo misma.

- Eso sí es verdad.

La presión que ejercía sobre él había menguado y Ethmir se soltó para tomarla de la cintura.

- Di que no quieres que me vaya.

- No.

- ¿Por qué?

- Porque no.

Una suave carcajada brotó de la garganta del Hechicero.

- Eres inaguantable, cariño.

- No me llames así.

Ambos habían dejado de luchar. El siguiente beso fue apasionado pero delicado a la vez. Se habían enredado sin pudor alguno ante la mirada de la luna, las estrellas y cualquier ántrico madrugador que pasara por ahí. Cuando al fin se separaron, un sonrisa traviesa brillaba de los rojos labios del Hechicero. La Diosa le correspondió al tiempo que susurraba:

- Si se te ocurre volver a desaparecer, removeré cielo y tierra hasta encontrarte, y te reduciré a cenizas.

- ¿Eso es una amenaza?

- Oh, puedes estar seguro. Cariño.

-.-.-.-

Eso es todo. Perdón por la autopromoción de mi Horda y por la parte final, pero vivir con estos dos me está volviendo loca y necesitaba descargar un poco de mi frustración.

A Esfinge y Ethmir:

Spoiler:

Describes tan bien los romances como las guerras. Ha sido un final de lo más rosa

Que no, que bromeaba xD Me encantó, y me da pena que esto se acabe. Asi que ya sabes, a escribir más

Besos

Bueno, al menos he tenido a mi amor platónico una noche, algo es algo.

Preveo que esos dos durarán mucho, demasiado carácter por ambos bandos. XD

Ne, es una broma. Bonito final, Black. No dejes de escribir, ¿eh?

Me gustó mucho. Y me dejó mejor sabor que el de otras escritoras malditas Asesina Lobitos y Pelirrojos lindos.

¡Ya quiero leer la siguiente! Y que Gren siga la suya, claro.

Buen epilogo, y gracias a Dios no fue como el de HP xP.

ne es un final Rose, pero bueno

DI...VI...NA

No hay más palabras para decirte nena. Genial

Concuerdo, aunque me apena el buen Sith... solo una noche con la Diosa, ni modo... no siempre se tiene lo que se quiere.

Es que en el tema romance tenía que hacerlo IC o alguien me mataba. Y bueno, esos dos no se despegan, ya sea para pelearse o... hacer otras cositas.

Esta saga ha sido simplemente hermosa. Creo que voy a escribir un review completito de cada capi (excepto el mio, no se si se permiten auto-reviews XD) y lo subire a mi blog.

Quedo bien linda las escenas con la diosa... no soy fan del hetero, pero siempre digo que sé reconocer uno bien hecho y bonito.

En resumidas cuentas, ha sido un excelente epílogo para una excelente saga, Rosita mosha. Nunca dejes de escribir

¿Tienes un blog, Selenita? Que te afilio, yo acabo de abrir uno.

Gracias por todo. Pero nada plagios, los créditos a quien correspondan, ¿eh?

Awwww Rosita mosha! Me pasas link cuando quieras, vale? Y descuida, que yo sigo el dicho en ingles que dice "Give the Caesar what is his", o sea, lo suyo al César XD

Pues si, el blog del que te hablo es el mismo que conoces, Literatura Infernal... ahi siempre subo cualquier cantidad de disparates que escribo bajo mil estados animicos, jeje.

Blacky ya sabía cómo debía terminar el fic XD

Aline, para la próxima saga, que vendrá en breve, puedes apuntarte entre los personajes. Creo que Black abrirá un tema para que la gente se vaya apuntando y dando sus características (armas, magia y demás).

Muy buena, Blacky. Aunque te odio la mayor parte del día, en realidad eres un algodoncito de azúcar.

Me encantó el final. Sencillamente maravilloso. Y concuerdo con Amoz, creo que hasta fue mejor final que el de Harry Pé.

Tienes gran talento para escribir Black, en realidad te felicito. Hiciste una buena labor, además que se ha convertido en uno de mis fanfics favoritos.

¿Que me resta decir? Excelente trabajo a todas las escritoras. Ahora, seguiré con la saga de Candy y Gren ^^.

Oh si come me gusta.
Me encantó todo, desde tu OT, hasta la forma de narrar. Claro que no debes dejar de escribir.

De verdad me imagine a esos dos besandose.