Fanfic VI: Cueva Dorada
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Soraira
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Kassandra
Ethmir
D.D.
Esfinge
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Harxter
Candy002
Black Rose
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Fanfic VI: Cueva Dorada
Saludos, compañeritos y Harxter.
Lamento la demora, pero esto me salió larguísimo. También eso lamento, si os quedáis dormidos, podéis demandarme. Debo confesar, bajo pena de muerte, que Esfinge me beteó esto. Incluso hizo ella algunas partes. No quiero atribuirme todo el mérito. Pero los fragmentos que ella odia (juas), los más románticos, esos son míos.
PD: Eso te pasa por apostar contra una ganadora, amor.
---
Cueva Dorada
Ya era noche profunda cuando se oyeron pasos en la lejanía. Los Ántricos se habían retrasado varias horas y los Avernos ya creyeron que no vendían. Aunque no tenía sentido, pues sin su presencia, sin haber cumplido el pacto, Astarot no saldría vivo de aquel desierto. Ciertamente era un gran guerrero, el mejor Guardián del Antro, pero se encontraba desarmado y a merced de cuatro enemigos, de los cuales Selene se había quedado únicamente para asegurarse de devolver a su eterno rival a los fuegos del Infierno si sus aliados eran traicionados por la vengativa Diosa.
No obstante, no parecía que fuera a ser necesario. Cuando la comitiva estuvo más cerca, una ligera brisa comenzó a soplar y pronto fue convirtiéndose en viento huracanado que los envolvía e impedía a los Avernos verles apenas. Selene alzó su tridente infernal, suspicaz y desconfiada. En sus largos años de vida había aprendido mucho sobre los mortales y las fuerzas de la Naturaleza. Por eso supo al instante que aquél fenómeno no era normal en un desierto, donde el aire apenas soplaba. Entonces, entre los molinos de arena, los vieron.
Esfinge venía escoltada por Candy y Lady Drama, con Black Rose cubriendo la retaguardia. Cuando se acercaron lo bastante a la rocosa entrada de la cueva donde Harxter y sus compañeros esperaban, éstos se sorprendieron al ver que los ojos de Candy tenían un extraño brillo metálico.
- Así que eres tú –espetó Selene bajando su arma. – Buen truco.
- Candy sabe muchos trucos –dijo Lady Drama con calma. – No quieras ver los demás.
La Demonia fulminó a La Implacable Guardiana del Antro con sus ojos rojos de furia por el desafío de aquellas palabras, pero ésta se limitó a mirarla sin interés.
- ¿Dónde está Astarot? –exigió Esfinge. Entonces, de detrás de Kassandra apareció el resucitado líder con Lyreah pegada a su espalda, hacha en mano y uno de sus filos en el cuello de Astarot.
- Suéltale –ordenó la Diosa, irritada por el humillante trato que recibía su General.
Lyreah rió despectiva.
- De eso nada, reinita –se burló. – Bastante he hecho con ayudar a devolver a este inmundo ser de las profundidades de la tierra. Ahora es tu turno. Cumple el pacto o esta vez ni todos los dioses que te protegen podrán revivirle. Disfrutaré despedazándole lentamente y te lo enviaré por trocitos, te lo juro –aseguró con gesto malicioso, apretando su arma hasta que un hilo de sangre brotó del cuello de Astarot.
- Entonces apártate de mi camino, escoria –siseó Esfinge, casi escupiendo las palabras como veneno, y dirigiéndose hacia la cueva.
- Un momento, “su Majestad” –ironizó Selene. – Antes nos debéis una explicación del truquito del viento. ¿Acaso pensábais…?
- Una emboscada –declaró Lady Drama sin inmutarse. – Contábamos con que quizás vuestro Mesías decidiera volver a traicionarnos y romper la tregua. Así que venimos preparados.
- Y a propósito, tu hacha no te servirá de mucho –sonrió Candy dulcemente, - si algunas de nuestras arqueras apostadas entre las dunas te atraviesa la cabeza con una flecha, ¿sabes?
Esfinge echó a reír y Selene golpeó el suelo rocoso de la entrada a la cueva con su gran tridente que hizo retumbar el suelo y remover las arenas. La sonrisa de Candy se amplió.
- Tus “trucos” no sirven contra los míos. Esmeralda y D.D. están a salvo. Serás poderosa, Artista de los Infiernos, pero mi poder oculta a nuestras tiradoras. Puedes dar los golpes que quieras –rió.
- O podría matarte aquí mismo y tu poder moriría contigo –sugirió Selene alzando una ceja. – Eso dejaría a tus miserables amiguitas al descubierto.
- Yo creo que no –intervino la Diosa con voz tan gélida como su mirada.
Su tridente no se parecía al de la Demonia, que era mucho más grande, como un bastón de mago, largo y completamente negro, sin adornos ni símbolos. El de Esfinge en cambio brillaba ligeramente, era más pequeño y frágil a la vista, con extraños grabados en rojo carmesí sobre la suave superficie plateada y coronado por una cabeza de serpiente. Ambas se miraron, midiendo fuerzas, hasta que Harxter intervino.
- No hemos venido a luchar. Pero nos defenderemos de cualquier amenaza – dijo mirando la alta figura de la Diosa.
- No soy yo quien amenaza -respondió ésta señalando el tridente de Selene, quien lo bajó de mala gana. – Pero no me fío de vosotros. Y ahora si no queréis que el alba nos alcance entre discusiones estúpidas, apártate y déjame hacer mi trabajo.
Harxter así lo hizo, deseoso de recuperar a su compañero, y cuando se disponía a seguir a Esfinge dentro de la cueva, ella se giró bruscamente.
- No. Necesito concentrarme. Os quedaréis aquí con Lady Drama y Candy. Black, ven conmigo.
Molesto por estar recibiendo órdenes continuamente, ya fueran de la Demonia o la Diosa, Harxter respiró profundamente para evitar que la furia hiciese presa de él e hizo un gesto a sus compañeras para que se apartaran según lo exigido.
Una vez dentro de la cueva, lejos oídos indiscretos, Maestra y Discípula se miraron con comprensión. Black Rose habló con calma.
- No puedes hacerlo, ¿verdad?
- No lo sé -fue la sincera respuesta. Solamente ahora, junto a su amiga, Esfinge había dejado su pose de Diosa y se convertía en un ser humano.
- No le amas -dijo Black Rose con obviedad. - Y sólo el amor puede...
- No lo sé -repitió murmurando la Diosa.
Su amiga la miró, atónita.
- ¿No sabes si le amas? -exclamó. - ¡Pero...! ¡Es un enemigo! ¡Nos traicionó! ¡¡Intentó matarte!!
A la vista de que no recibía respuesta, Black añadió:
- Además, todos creíamos que Astarot y tú...
- Astarot me rechazó -escupió Esfinge, cuan veneno. Jamás se lo había confesado a nadie.
- ¡¿Qué?!
- Ya no importa -se rehizo la Diosa. Suspiró y alzó la cabeza, siempre digna, siempre poderosa, altiva incluso en su secreta humillación.
- ¡Entonces por qué hiciste el pacto! Bien podrías haber dejado que se lo comieran los gusanos -gritó Black, ofendida de que alguien hubiera tenido el descaro y estupidez de rechazar a su amiga.
- Porque esto no es personal. Lo hago por nuestro pueblo. Es mi hogar. Y sin él, no hay Tríada.
- ¡Al diablo con la Tríada! Te bastas tú sola para gobernar, no le necesitamos para…
- No me discutas –exigió Esfinge, cansada de la conversación. – Una vez dirigí el reino sola y ya sabes cómo acabó. Conspiraron contra mí hasta lograr fragmentar a nuestro pueblo. Perdí a muchos amigos y aliados valiosos. No permitiré que algo así vuelva a ocurrir.
Black Rose asintió en silencio. Lo comprendía. Lo recordaba.
- Pero aún así, amiga. Si no sientes amor por el sith, no le traerás de vuelta.
- Lo sé. Pero debo intentarlo. ¿Tienes su capa?
De entre sus oscuros ropajes, La Sanguinaria extrajo lo único que había dejado Dark Hunter en la tierra.
- ¿Él está aquí? –preguntó Black algo cohibida.
- Sí. Siento su presencia. Pero no puede ver ni oír nada de este mundo. Sólo es un alma errante…
Algo se quebró en las últimas palabras de Esfinge y, con súbita comprensión, Black Rose sonrió. Aquello podría funcionar.
- Te dejo, pues. Suerte, compañera.
La Diosa asintió levemente, su mente invocando ya los recuerdos del primer día que pisó aquella cueva, cuando el Sith la trajo a lomos de un toro negro a aquel lugar sagrado, y apenas fue consciente de cuanto Black abandonó el lugar.
La vida de la Diosa no había sido fácil. Apenas confiaba en nadie. Black Rose y SCR eran sus únicas amigas, pero ni con ellas compartía sus secretos más íntimos, Y el peor secreto era la soledad. Todos la veneraban, cierto. La adoraban y hacían sacrificios en su nombre, incluso morían por ella. Pero ningún hombre, desde aquel extranjero de tierras lejanas que desapareció tiempo atrás, la había amado como ser humano. Y Esfinge empezaba a olvidar el amor mortal, la pasión carnal, el fuego, la calidez de sentirse amada por lo que siempre fue. Una mujer. No una Diosa. Solamente una mujer.
Hasta que llegó él. El enemigo que había tenido la osadía de secuestrarla (no sin su tácito permiso), pero no en busca de gloria, poder o venganza, sino para demostrarle que aún había seres capaces de amar a diosas tiránicas que se escondían tras su máscara divina. Él lo supo porque también sufría el mismo mal. Otro ser oscuro atrapado por su destino.
- Jamás podrás vencerme…
- Lo sé.
- Confié en ti…
- Y yo te amo…
Esas palabras fueron su ritual. Jamás nadie fue tan sincero con ella y un dolor agudo y desconocido le atravesó el pecho al recordar el momento en que su tridente letal se levantaba contra quien se le había declarado tan honestamente.
“Esto debe ser el remordimiento”, pensó sorprendida, pues nunca antes había experimentado aquella sensación. Era dolorosa e incómoda. Tanto que por un instante deseó escapar, dejarlo todo atrás y olvidar peligrosos sueños imposibles. Pero entonces ocurrió. Las velas que se habían consumido y yacían miserablemente alrededor de su estatua cobraron vida y brillaron. Las paredes doradas reflejaron su luz, permitiendo que la vista llegara hasta el fondo más recóndito de la cueva, el lugar donde quedaba plasmada la maldita recreación de lo que nunca llegó a suceder. Diosa sin tridente, Sith sin poderes, sólo dos almas y dos cuerpos unidos por la pasión.
Algo líquido mojó su elegante túnica y comprendió que eran lágrimas. Las limpió de un manotazo, casi asustada por todas las nuevas sensaciones que estaba experimentando, y posó esa mano húmeda sobre el mural de piedra. Al contacto con la colorida roca, la cueva resplandeció como antaño y, al girarse hacia su propia estatua, allí estaba él. Justo donde Black Rose había dejado caer su capa negra. Algo aturdida, frunció el ceño, pero no tardó en recobrar la compostura.
- Pensé que no funcionaría –murmuró para sus adentros.
- ¿Qué significa esto, mi Diosa? –exclamó un animado Dark Hunter con su enigmática sonrisa. – Primero me quitas la vida y ahora me la devuelves. ¿Es una práctica común entre las divinidades?
Al encontrarse solamente con silencio, Hunter añadió entusiasmado.
- Eso significa que me amas.
Estupefacta por lo que oía, la Diosa se le acercó con premura, casi amenazante.
- ¿Y qué te hace pensar eso, traidor? –exclamó ofendida.
- Que estás aquí. Y me has salvado.
- No lo he hecho por ti, Sith arrogante –le despreció ella, dándose la vuelta de camino a la salida. Finalmente volvió a mirarle. Una mirada gélida. – Hice un pacto con tu Mesías, ese al que de verdad honras. Tú a cambio de Astarot. Es él a quien he venido a buscar.
La sonrisa desapareció del rostro de Hunter y su gesto se volvió serio.
- Así que es él. Son ciertos, pues, los rumores que dicen que estáis unidos.
Aquella voz dolida, el tono de amante celoso… fue duro para Esfinge ignorarlo.
- Eso no te incumbe –acortó ella. Lo último que haría sería decir la verdad. – Ahora haremos el intercambio y por tu bien espero no volver a verte.
- No te buscaré si no lo deseas –juró el Sith con dignidad.
Juntos salieron a las rocas donde los demás debían estar esperando, pero para sorpresa (e ira) de la Diosa, allí no había nadie. Tampoco brisa ni viento. Sólo un rostro de sangre y huellas de lucha. Al mirar el suelo a sus pies, el corazón de Esfinge se encogió: un collar de cuero con una fina punta de flecha como colgante, con una D escrita en negro, yacía sobre las rocas, quebrada.
---
¿Seguís despiertos? Bien. Ahora podéis matarme a gusto porque no hubo sangre, pero primero dejad que me explique. Selene, como Demonia que es, usa poderes demoníacos. Pero Esfinge es una Diosa y la única forma de recuperar a Darky era a través del amor, así que muchachos y muchachas, ¿qué os esperábais?
Pero ya he hablado con Lyreah, que hará el siguiente, y en ese planeamos que haya mucha mucha sangre. Nada de gore, claro, pero torturitas y tal... para que no "us" aburráis.
Dejadme alguna opinión o no vuelvo a dejarme los dedos en el teclado nunca más. Please.
Lamento la demora, pero esto me salió larguísimo. También eso lamento, si os quedáis dormidos, podéis demandarme. Debo confesar, bajo pena de muerte, que Esfinge me beteó esto. Incluso hizo ella algunas partes. No quiero atribuirme todo el mérito. Pero los fragmentos que ella odia (juas), los más románticos, esos son míos.
PD: Eso te pasa por apostar contra una ganadora, amor.
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Cueva Dorada
Ya era noche profunda cuando se oyeron pasos en la lejanía. Los Ántricos se habían retrasado varias horas y los Avernos ya creyeron que no vendían. Aunque no tenía sentido, pues sin su presencia, sin haber cumplido el pacto, Astarot no saldría vivo de aquel desierto. Ciertamente era un gran guerrero, el mejor Guardián del Antro, pero se encontraba desarmado y a merced de cuatro enemigos, de los cuales Selene se había quedado únicamente para asegurarse de devolver a su eterno rival a los fuegos del Infierno si sus aliados eran traicionados por la vengativa Diosa.
No obstante, no parecía que fuera a ser necesario. Cuando la comitiva estuvo más cerca, una ligera brisa comenzó a soplar y pronto fue convirtiéndose en viento huracanado que los envolvía e impedía a los Avernos verles apenas. Selene alzó su tridente infernal, suspicaz y desconfiada. En sus largos años de vida había aprendido mucho sobre los mortales y las fuerzas de la Naturaleza. Por eso supo al instante que aquél fenómeno no era normal en un desierto, donde el aire apenas soplaba. Entonces, entre los molinos de arena, los vieron.
Esfinge venía escoltada por Candy y Lady Drama, con Black Rose cubriendo la retaguardia. Cuando se acercaron lo bastante a la rocosa entrada de la cueva donde Harxter y sus compañeros esperaban, éstos se sorprendieron al ver que los ojos de Candy tenían un extraño brillo metálico.
- Así que eres tú –espetó Selene bajando su arma. – Buen truco.
- Candy sabe muchos trucos –dijo Lady Drama con calma. – No quieras ver los demás.
La Demonia fulminó a La Implacable Guardiana del Antro con sus ojos rojos de furia por el desafío de aquellas palabras, pero ésta se limitó a mirarla sin interés.
- ¿Dónde está Astarot? –exigió Esfinge. Entonces, de detrás de Kassandra apareció el resucitado líder con Lyreah pegada a su espalda, hacha en mano y uno de sus filos en el cuello de Astarot.
- Suéltale –ordenó la Diosa, irritada por el humillante trato que recibía su General.
Lyreah rió despectiva.
- De eso nada, reinita –se burló. – Bastante he hecho con ayudar a devolver a este inmundo ser de las profundidades de la tierra. Ahora es tu turno. Cumple el pacto o esta vez ni todos los dioses que te protegen podrán revivirle. Disfrutaré despedazándole lentamente y te lo enviaré por trocitos, te lo juro –aseguró con gesto malicioso, apretando su arma hasta que un hilo de sangre brotó del cuello de Astarot.
- Entonces apártate de mi camino, escoria –siseó Esfinge, casi escupiendo las palabras como veneno, y dirigiéndose hacia la cueva.
- Un momento, “su Majestad” –ironizó Selene. – Antes nos debéis una explicación del truquito del viento. ¿Acaso pensábais…?
- Una emboscada –declaró Lady Drama sin inmutarse. – Contábamos con que quizás vuestro Mesías decidiera volver a traicionarnos y romper la tregua. Así que venimos preparados.
- Y a propósito, tu hacha no te servirá de mucho –sonrió Candy dulcemente, - si algunas de nuestras arqueras apostadas entre las dunas te atraviesa la cabeza con una flecha, ¿sabes?
Esfinge echó a reír y Selene golpeó el suelo rocoso de la entrada a la cueva con su gran tridente que hizo retumbar el suelo y remover las arenas. La sonrisa de Candy se amplió.
- Tus “trucos” no sirven contra los míos. Esmeralda y D.D. están a salvo. Serás poderosa, Artista de los Infiernos, pero mi poder oculta a nuestras tiradoras. Puedes dar los golpes que quieras –rió.
- O podría matarte aquí mismo y tu poder moriría contigo –sugirió Selene alzando una ceja. – Eso dejaría a tus miserables amiguitas al descubierto.
- Yo creo que no –intervino la Diosa con voz tan gélida como su mirada.
Su tridente no se parecía al de la Demonia, que era mucho más grande, como un bastón de mago, largo y completamente negro, sin adornos ni símbolos. El de Esfinge en cambio brillaba ligeramente, era más pequeño y frágil a la vista, con extraños grabados en rojo carmesí sobre la suave superficie plateada y coronado por una cabeza de serpiente. Ambas se miraron, midiendo fuerzas, hasta que Harxter intervino.
- No hemos venido a luchar. Pero nos defenderemos de cualquier amenaza – dijo mirando la alta figura de la Diosa.
- No soy yo quien amenaza -respondió ésta señalando el tridente de Selene, quien lo bajó de mala gana. – Pero no me fío de vosotros. Y ahora si no queréis que el alba nos alcance entre discusiones estúpidas, apártate y déjame hacer mi trabajo.
Harxter así lo hizo, deseoso de recuperar a su compañero, y cuando se disponía a seguir a Esfinge dentro de la cueva, ella se giró bruscamente.
- No. Necesito concentrarme. Os quedaréis aquí con Lady Drama y Candy. Black, ven conmigo.
Molesto por estar recibiendo órdenes continuamente, ya fueran de la Demonia o la Diosa, Harxter respiró profundamente para evitar que la furia hiciese presa de él e hizo un gesto a sus compañeras para que se apartaran según lo exigido.
Una vez dentro de la cueva, lejos oídos indiscretos, Maestra y Discípula se miraron con comprensión. Black Rose habló con calma.
- No puedes hacerlo, ¿verdad?
- No lo sé -fue la sincera respuesta. Solamente ahora, junto a su amiga, Esfinge había dejado su pose de Diosa y se convertía en un ser humano.
- No le amas -dijo Black Rose con obviedad. - Y sólo el amor puede...
- No lo sé -repitió murmurando la Diosa.
Su amiga la miró, atónita.
- ¿No sabes si le amas? -exclamó. - ¡Pero...! ¡Es un enemigo! ¡Nos traicionó! ¡¡Intentó matarte!!
A la vista de que no recibía respuesta, Black añadió:
- Además, todos creíamos que Astarot y tú...
- Astarot me rechazó -escupió Esfinge, cuan veneno. Jamás se lo había confesado a nadie.
- ¡¿Qué?!
- Ya no importa -se rehizo la Diosa. Suspiró y alzó la cabeza, siempre digna, siempre poderosa, altiva incluso en su secreta humillación.
- ¡Entonces por qué hiciste el pacto! Bien podrías haber dejado que se lo comieran los gusanos -gritó Black, ofendida de que alguien hubiera tenido el descaro y estupidez de rechazar a su amiga.
- Porque esto no es personal. Lo hago por nuestro pueblo. Es mi hogar. Y sin él, no hay Tríada.
- ¡Al diablo con la Tríada! Te bastas tú sola para gobernar, no le necesitamos para…
- No me discutas –exigió Esfinge, cansada de la conversación. – Una vez dirigí el reino sola y ya sabes cómo acabó. Conspiraron contra mí hasta lograr fragmentar a nuestro pueblo. Perdí a muchos amigos y aliados valiosos. No permitiré que algo así vuelva a ocurrir.
Black Rose asintió en silencio. Lo comprendía. Lo recordaba.
- Pero aún así, amiga. Si no sientes amor por el sith, no le traerás de vuelta.
- Lo sé. Pero debo intentarlo. ¿Tienes su capa?
De entre sus oscuros ropajes, La Sanguinaria extrajo lo único que había dejado Dark Hunter en la tierra.
- ¿Él está aquí? –preguntó Black algo cohibida.
- Sí. Siento su presencia. Pero no puede ver ni oír nada de este mundo. Sólo es un alma errante…
Algo se quebró en las últimas palabras de Esfinge y, con súbita comprensión, Black Rose sonrió. Aquello podría funcionar.
- Te dejo, pues. Suerte, compañera.
La Diosa asintió levemente, su mente invocando ya los recuerdos del primer día que pisó aquella cueva, cuando el Sith la trajo a lomos de un toro negro a aquel lugar sagrado, y apenas fue consciente de cuanto Black abandonó el lugar.
La vida de la Diosa no había sido fácil. Apenas confiaba en nadie. Black Rose y SCR eran sus únicas amigas, pero ni con ellas compartía sus secretos más íntimos, Y el peor secreto era la soledad. Todos la veneraban, cierto. La adoraban y hacían sacrificios en su nombre, incluso morían por ella. Pero ningún hombre, desde aquel extranjero de tierras lejanas que desapareció tiempo atrás, la había amado como ser humano. Y Esfinge empezaba a olvidar el amor mortal, la pasión carnal, el fuego, la calidez de sentirse amada por lo que siempre fue. Una mujer. No una Diosa. Solamente una mujer.
Hasta que llegó él. El enemigo que había tenido la osadía de secuestrarla (no sin su tácito permiso), pero no en busca de gloria, poder o venganza, sino para demostrarle que aún había seres capaces de amar a diosas tiránicas que se escondían tras su máscara divina. Él lo supo porque también sufría el mismo mal. Otro ser oscuro atrapado por su destino.
- Jamás podrás vencerme…
- Lo sé.
- Confié en ti…
- Y yo te amo…
Esas palabras fueron su ritual. Jamás nadie fue tan sincero con ella y un dolor agudo y desconocido le atravesó el pecho al recordar el momento en que su tridente letal se levantaba contra quien se le había declarado tan honestamente.
“Esto debe ser el remordimiento”, pensó sorprendida, pues nunca antes había experimentado aquella sensación. Era dolorosa e incómoda. Tanto que por un instante deseó escapar, dejarlo todo atrás y olvidar peligrosos sueños imposibles. Pero entonces ocurrió. Las velas que se habían consumido y yacían miserablemente alrededor de su estatua cobraron vida y brillaron. Las paredes doradas reflejaron su luz, permitiendo que la vista llegara hasta el fondo más recóndito de la cueva, el lugar donde quedaba plasmada la maldita recreación de lo que nunca llegó a suceder. Diosa sin tridente, Sith sin poderes, sólo dos almas y dos cuerpos unidos por la pasión.
Algo líquido mojó su elegante túnica y comprendió que eran lágrimas. Las limpió de un manotazo, casi asustada por todas las nuevas sensaciones que estaba experimentando, y posó esa mano húmeda sobre el mural de piedra. Al contacto con la colorida roca, la cueva resplandeció como antaño y, al girarse hacia su propia estatua, allí estaba él. Justo donde Black Rose había dejado caer su capa negra. Algo aturdida, frunció el ceño, pero no tardó en recobrar la compostura.
- Pensé que no funcionaría –murmuró para sus adentros.
- ¿Qué significa esto, mi Diosa? –exclamó un animado Dark Hunter con su enigmática sonrisa. – Primero me quitas la vida y ahora me la devuelves. ¿Es una práctica común entre las divinidades?
Al encontrarse solamente con silencio, Hunter añadió entusiasmado.
- Eso significa que me amas.
Estupefacta por lo que oía, la Diosa se le acercó con premura, casi amenazante.
- ¿Y qué te hace pensar eso, traidor? –exclamó ofendida.
- Que estás aquí. Y me has salvado.
- No lo he hecho por ti, Sith arrogante –le despreció ella, dándose la vuelta de camino a la salida. Finalmente volvió a mirarle. Una mirada gélida. – Hice un pacto con tu Mesías, ese al que de verdad honras. Tú a cambio de Astarot. Es él a quien he venido a buscar.
La sonrisa desapareció del rostro de Hunter y su gesto se volvió serio.
- Así que es él. Son ciertos, pues, los rumores que dicen que estáis unidos.
Aquella voz dolida, el tono de amante celoso… fue duro para Esfinge ignorarlo.
- Eso no te incumbe –acortó ella. Lo último que haría sería decir la verdad. – Ahora haremos el intercambio y por tu bien espero no volver a verte.
- No te buscaré si no lo deseas –juró el Sith con dignidad.
Juntos salieron a las rocas donde los demás debían estar esperando, pero para sorpresa (e ira) de la Diosa, allí no había nadie. Tampoco brisa ni viento. Sólo un rostro de sangre y huellas de lucha. Al mirar el suelo a sus pies, el corazón de Esfinge se encogió: un collar de cuero con una fina punta de flecha como colgante, con una D escrita en negro, yacía sobre las rocas, quebrada.
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¿Seguís despiertos? Bien. Ahora podéis matarme a gusto porque no hubo sangre, pero primero dejad que me explique. Selene, como Demonia que es, usa poderes demoníacos. Pero Esfinge es una Diosa y la única forma de recuperar a Darky era a través del amor, así que muchachos y muchachas, ¿qué os esperábais?
Pero ya he hablado con Lyreah, que hará el siguiente, y en ese planeamos que haya mucha mucha sangre. Nada de gore, claro, pero torturitas y tal... para que no "us" aburráis.
Dejadme alguna opinión o no vuelvo a dejarme los dedos en el teclado nunca más. Please.
Black Rose- La Sanguinaria del Averno
- Cantidad de envíos : 206
Edad : 39
Localización : Psycho Asylum
Fecha de inscripción : 09/02/2008
Re: Fanfic VI: Cueva Dorada
¡Acontinuación, acontinuación!
¿Opiniones? Me gusto, mucho, mucho, y no creo soportar las ganas de leer la siguiente parte.
¿Opiniones? Me gusto, mucho, mucho, y no creo soportar las ganas de leer la siguiente parte.
Re: Fanfic VI: Cueva Dorada
Brillante, en serio. Tiene todos los puntos: narración, diálogos de pelea, magia y ¡mi compañero está de vuelta!
Lo que no acabo de entender, como nadie imagino, es qué pasó mientras Esfinge estaba en la cueva. No me digas, Black, que he vuelto a traicionaros. Eso no se puede usar dos veces, queda feo. Pero esperaré la continuación fervorosamente.
Sólo tengo una petición.
Lo que no acabo de entender, como nadie imagino, es qué pasó mientras Esfinge estaba en la cueva. No me digas, Black, que he vuelto a traicionaros. Eso no se puede usar dos veces, queda feo. Pero esperaré la continuación fervorosamente.
Sólo tengo una petición.
Ehm, se supone que soy el líder del Averno, queridas, pero aquí todo dios y demonio me trata a patadas. Un poco de respeto, ¿no? Que soy el Mesías, coño.
Molesto por estar recibiendo órdenes continuamente, ya fueran de la Demonia o la Diosa, Harxter respiró profundamente para evitar que la furia hiciese presa de él e hizo un gesto a sus compañeras para que se apartaran según lo exigido.
Re: Fanfic VI: Cueva Dorada
Harxter escribió:
Ehm, se supone que soy el líder del Averno, queridas, pero aquí todo dios y demonio me trata a patadas. Un poco de respeto, ¿no? Que soy el Mesías, coño.
Nadie lo discute, Harx, pero lo que sucede es que tú eres demasiado amable para imponerte ante dos damas encabronadas. Demasiada inteligencia tienes para eso.
Re: Fanfic VI: Cueva Dorada
Me has convencido, Candy.
Tienes razón, los caballeros somos así.
PD: Pero igualmente no me importaría tener un papel un poco más activo que el de "negociador".
Tienes razón, los caballeros somos así.
PD: Pero igualmente no me importaría tener un papel un poco más activo que el de "negociador".
Re: Fanfic VI: Cueva Dorada
Aichs, yo no me dormí, para nada. Ya pueden llamarme cursi, pero este capitulo les quedo hermoso (y eso que no soy fan del hetero pero sé reconocer uno hermoso y aplaudirlo). De verdad quedó linda la resurreccion del buen Darky, y me gustó ver el lado frágil y humano de Esfinge. Ahora que lo pienso, estos minifics pueden servir tambien para dejar entrever nuestros lados buenos, aunque siempre medie la fantasia.
Ahora quiero ver qué sucede ahora que ambos, Dark Hunter y Astarot, volvieron a la vida y el pacto fue cumplido a cabalidad... como dice el publico cuando oye a su cantante favorito en concierto: ¡¡OTRA, OTRA OTRA!! *demonia palmoteando contenta*
Ay Harxty corazon infernal *demonia pellizcandole el cachete* ya sabes que las demonias viejas como yo no pueden demostrar amor asi a lo cursi... pero consideralo como "amor apache", Mesías precioso.
Ahora quiero ver qué sucede ahora que ambos, Dark Hunter y Astarot, volvieron a la vida y el pacto fue cumplido a cabalidad... como dice el publico cuando oye a su cantante favorito en concierto: ¡¡OTRA, OTRA OTRA!! *demonia palmoteando contenta*
Harxter escribió:Soy el líder del Averno, queridas, pero aquí todo dios y demonio me trata a patadas. Un poco de respeto, ¿no? Que soy el Mesías, coño.
Ay Harxty corazon infernal *demonia pellizcandole el cachete* ya sabes que las demonias viejas como yo no pueden demostrar amor asi a lo cursi... pero consideralo como "amor apache", Mesías precioso.
Re: Fanfic VI: Cueva Dorada
Selene, yo tampoco soy nada fan del hetero, amo el slash con mi vida. Pero a ver a quién slasheamos aquí sin que se nos coman.
Odié la parte cursi porque yo no soy así, no lloro ni me enamoro como una quinceañera. Pero bueno. Te lo perdono porque te lo has currado y el fic quedó muy mono. Ya veréis cómo sigue, yo ya lo sé.
Odié la parte cursi porque yo no soy así, no lloro ni me enamoro como una quinceañera. Pero bueno. Te lo perdono porque te lo has currado y el fic quedó muy mono. Ya veréis cómo sigue, yo ya lo sé.
Esfinge- La Diosa del Antro
- Cantidad de envíos : 156
Edad : 43
Localización : Nido de Víboras
Fecha de inscripción : 19/02/2008
Re: Fanfic VI: Cueva Dorada
Esfinge escribió:Selene, yo tampoco soy nada fan del hetero, amo el slash con mi vida. Pero a ver a quién slasheamos aquí sin que se nos coman.
Odié la parte cursi porque yo no soy así, no lloro ni me enamoro como una quinceañera. Pero bueno. Te lo perdono porque te lo has currado y el fic quedó muy mono. Ya veréis cómo sigue, yo ya lo sé.
Sii chama, yo tambien adoro el slash y el yaoi (que chevere que tenemos eso en comun!) pero tendremos que tener cuidadito que sino los hombres aqui presentes nos van a quitar los tridentes y ahi si es verdad que tanto diosa como demonia tendrán que poner patitas en polvorosa! XD
Y me alegra que de veras te haya gustado mi contribucion a esta saga... yo ya quiero ver una que escribas tu solita, a ver que tal si esta que la hiciste junto con Rosita negra quedo de lo mas linda, entonces ya quiero imaginarme que tal quedaria una que escribas tu.
Re: Fanfic VI: Cueva Dorada
Por Dios... me va a resultar una molestia tener que esperar para ver la continuación. El collar con la punta de flecha no me va a dejar dormir en las noches, ahora.
Había olvidado lo mucho que me gustaban estas historias, pero con estas continuaciones excelentes en cada capítulo, me atraparon. Sanguinaria, nada de dormirse, que es lo último que pasaría al leer esto. Y para nada cursi ni nada, un buen romance. Maravilloso el capítulo.
Ay ay ay, ahora estoy emocionada a ver cómo sigue esto.
Había olvidado lo mucho que me gustaban estas historias, pero con estas continuaciones excelentes en cada capítulo, me atraparon. Sanguinaria, nada de dormirse, que es lo último que pasaría al leer esto. Y para nada cursi ni nada, un buen romance. Maravilloso el capítulo.
Ay ay ay, ahora estoy emocionada a ver cómo sigue esto.
Re: Fanfic VI: Cueva Dorada
La Sanguinaria ya está negociando con Lyreah, que es la que hará la siguiente parte. Hay que turnarse.
Yo no había pensado escribir ningún fragmento (se me hace raro escribir sobre mí misma), pero podría ser...
PD: D.D., tu futuro no pinta bien, pero no todo es lo que parece.
Yo no había pensado escribir ningún fragmento (se me hace raro escribir sobre mí misma), pero podría ser...
PD: D.D., tu futuro no pinta bien, pero no todo es lo que parece.
Esfinge- La Diosa del Antro
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Localización : Nido de Víboras
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Re: Fanfic VI: Cueva Dorada
Esfinge escribió:PD: D.D., tu futuro no pinta bien, pero no todo es lo que parece. :wink:
Ohhh... eso es lo mejor de como llevan estas historias, hay cada cambio y giro.
Re: Fanfic VI: Cueva Dorada
Coincido con DD. El que haya misterios al final de cada mini-fic dan ganas de leer más.
Adoro esta saga. Y está muy bien escrita.
Adoro esta saga. Y está muy bien escrita.
Ethmir- El Hechicero
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Localización : El Más Allá
Fecha de inscripción : 20/02/2008
Re: Fanfic VI: Cueva Dorada
Ya dije que escribes d.p.m. y más con la ayuda de la siempre presente Esfinge.
Me muero (no literalmente) por ver cómo lo sigue mi primita. Dice que habrá sangre pero no me cuenta más.
¡Serás zorra, Ly!
Me muero (no literalmente) por ver cómo lo sigue mi primita. Dice que habrá sangre pero no me cuenta más.
¡Serás zorra, Ly!
Kassandra- La Vengadora
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Localización : El Infierno
Fecha de inscripción : 09/02/2008
Re: Fanfic VI: Cueva Dorada
Traquila, Kass. Deja a la chica que lo escriba. Cuanto más se complica, más difícil será seguirlo.
Vamos, digo yo.
Vamos, digo yo.
Re: Fanfic VI: Cueva Dorada
Yo sólo exijo salir en el próximo, no tengo más altas aspiraciones.
Muy bien escrito, Black.
Muy bien escrito, Black.
Reist- El licántropo
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Fecha de inscripción : 09/02/2008
Re: Fanfic VI: Cueva Dorada
Como siempre, me encantó. Blackrose, te quedó bien hecho y la parte de Esfinge fue genial... Sólo que...
En fin, sólo me resta decir que... ¡Continúenla! ^^
- Spoiler:
- Cometí un error involuntario: Me puse a leer la parte de Esfinge con una canción de José Luis Rodríguez "El Puma" de fondo. (Era "Dueño de Nada" o como se llame"). ¡Oh Diosa, perdóname! ¡No tengo la culpa de que en mi casa escuchen baladas! ;_;
En fin, sólo me resta decir que... ¡Continúenla! ^^
Re: Fanfic VI: Cueva Dorada
OMG me encanta como esta quedando, aunque yo esperaba alguna traicion por parte de Diosa, vi sangre al final pero muy poca, al fin la que sigue que escriba rapido y publique lo mas pronto posible.
Ariadna- Guerrero del Averno
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Edad : 36
Localización : En la tierra del dolor
Fecha de inscripción : 09/02/2008
Re: Fanfic VI: Cueva Dorada
A mi también me ha encantado. Y soy feliz sin sangre. Pensad que si acabamos cayendo todos, se acabó la saga. ¡Y yo quiero más!
Black Rose, ¿por no haces fics para publicarlos? Escribes muy por encima de la media fickera.
Black Rose, ¿por no haces fics para publicarlos? Escribes muy por encima de la media fickera.
Sacramento- La mística
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Edad : 37
Fecha de inscripción : 09/02/2008
Re: Fanfic VI: Cueva Dorada
Muy bien, no sé por qué no vi esto antes. De lo que me estaba perdiendo. Demasiado interesante y emocionante, me encanta cómo está quedando la saga.
Y lo del romance, nah, no aburre, de hecho, puede que toda la acción y sangre que esperamos sea más dramática por eso. Sea o no sea OoC para Esfinge, estuvo de lo mejor.
Sigan escribiendo, presiento que lo que viene será mejor. Estaré esperando en mi puentecito.
Y lo del romance, nah, no aburre, de hecho, puede que toda la acción y sangre que esperamos sea más dramática por eso. Sea o no sea OoC para Esfinge, estuvo de lo mejor.
Sigan escribiendo, presiento que lo que viene será mejor. Estaré esperando en mi puentecito.
Re: Fanfic VI: Cueva Dorada
Acabo de leerme toda la saga y es impresionante. Cómo casi ni se nota si escribe uno u otro, estáis muy bien coordinadas. Ahora tengo mono de más. Quien sea el que siga, que lo siga ya. ¡Ya!
Silver Isilme- Aprendiz de averno
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Edad : 33
Localización : En mi luna
Fecha de inscripción : 11/02/2008
Re: Fanfic VI: Cueva Dorada
Me encanto me encanto me encanto... Muy buena continuacion!!! La historia entre Astarot-Esfinge-Dark hunter ha estado muy guay, me ha gustado mucho ^^
Continuacion!
Continuacion!
Neissa- Ángel Oscuro
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Edad : 31
Localización : En mi muro de las lamentaciones.
Fecha de inscripción : 16/02/2008
Re: Fanfic VI: Cueva Dorada
Me gustó mucho a pesar de que eso del romanticismo no se me da del todo bueno en realidad para nada pero sinceramente espero la continucaión lo más pronto posible.
Sakura H.- Rastreador
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Localización : LMF
Fecha de inscripción : 25/02/2008
Re: Fanfic VI: Cueva Dorada
Odio el romanticismo, pero este no. Ha sido la hostia.
Mi Diosa me ama, aunque no parece muy dispuesta a admitirlo.
Pero estoy vivo y me ama, lalala...
PD: Muy bien escrito, oh Sanguinaria. No pensé que tuvieras tanta sensibilidad.
Mi Diosa me ama, aunque no parece muy dispuesta a admitirlo.
Pero estoy vivo y me ama, lalala...
PD: Muy bien escrito, oh Sanguinaria. No pensé que tuvieras tanta sensibilidad.
Dark Hunter- Lord del Sith
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Edad : 36
Localización : En la Fuerza
Fecha de inscripción : 09/02/2008
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